viernes, 11 de julio de 2008

1983 - Black Sabbath - Born Again


Si existe un disco realmente “maldito” en la historia de la primera línea del hard rock/metal ése es precisamente “Born Again”. Olvidado dentro de la discografía de Black Sabbath, tradicionalmente criticado negativamente por quien lo considera, rechazado por sus mismos autores y rodeado por todo tipo de rumores, leyendas y hechos curiosos que van desde los comentarios sobre el supuesto numeroso material que no se llegó a grabar para su publicación hasta la participación y posterior enfado con el resultado de Ian Gillan.

Dejando de banda los prejuicios negativos y las reivindicaciones “porque sí”, el primer dato importante a decir como carta de presentación de “Born Again” es claro: la marcha de Dio era un golpe duro que había que cubrir y el fichaje del cantante clásico de Deep Purple para encargarse de las voces (recordemos que esto sucede años antes de la reunión de los púrpura) era una baza más que llamativa casi morbosa que podía generar mucha expectación. Además, el disco suponía también la vuelta de Bill Ward a la batería, con lo que se reformaba la sección rítmica original del grupo, y se realimentaba con su participación –no sólo con su manera de tocar, sino con su importancia en la composición participando en siete de los temas- el sonido perdido y más oscuro de su primera época.

Con unas credenciales tan llamativas y prometedoras ¿qué pasó para que la cosa no funcionara ni en público -ya que aunque sí que tuvo entradas considerables en ventas, no siguió respondiendo en adelante como podría esperarse- ni en crítica?
Para empezar, no hace falta una escucha muy atenta para darse cuenta de que la producción es el primer punto polémico.
“Cruda”, “falta de recursos”... muchos son los calificativos que se le han aplicado, y si bien podemos apostar porque este déficit pudiera ser algo al menos en parte pretendido en busca de reforzar el carácter más “tétrico” o “maligno” del disco, e incluso decir (si no somos muy elitistas con este punto) que le da un ambiente especial y hasta interesante al sonido del conjunto instrumental, sí que no parece tampoco descabellado afirmar –comparando como suena Gillan aquí y en sus Deep Purple- que a la parte vocal no le sienta tan bien. Por lo menos, que Gillan no supo (o no quiso) adaptarse a estos terrenos tan bien como lo hace en otros. El esfuerzo por incluir esa “desquiciada maldad” o esa “oscuridad” entre sus valores parece claro por la manera de cantar en algunos cortes (“Disturbing The Priest” es la mejor muestra), pero aún contando con esto, quizá –y entrando en el terreno de la especulación- un tipo de su reputación hubiera preferido una producción que le dejara más en primera línea, algunos arreglos, unas voces dobladas...

El mismo Ian Gillan llegó a decir que aunque en principio le gustaban los temas había quedado muy insatisfecho de la mezcla final, que no se sentía a gusto cantando los temas de la etapa de Ozzy y que él mismo había sido peor cantante que había tenido nunca Black Sabbath, además de escupir pestes sobre la portada que, por cierto, no hace otra cosa sino insistir en ese carácter oscuro e infraproducido. Por supuesto y como es sabido, no permaneció en la banda más allá de este año.
Así las cosas, parece que esta intención de volver a los postulados de su primera época (para confirmarla todavía más sólo hay que mencionar también los clásicos efectos lúgubres de guitarra o bajo salpicando el trabajo) no acabó de funcionar desde el mismo seno del grupo. La caída que vino en los años siguientes hasta que por fin se encauzó otra etapa estable con T. Martin a las voces no hace más que contribuir al desecho por parte de la crítica de los años centrales del grupo en los 80s.

Entonces ¿el resultado es tan malo? Se puede decir que la vuelta de tuerca respecto a lo inmediatamente anterior fue demasiado grande para que fuera bien acogida o que algunas cosas podrían haberse hecho mejor (el tema vocal que se comentaba, por ejemplo), pero en conjunto, la respuesta debería ser: no.
El disco es en definitiva un trabajo de notable regularidad (quizá sin algún corte que sobresalga, factor que quizá sea el que lleva a que no se suela a utilizar nada suyo en el repertorio habitual), y rezuma el estilo clásico de los primeros años de la banda, habitualmente tan alabados y de tan reconocida influencia, incluso llevándolos más allá. Abordado sin miedos, es un disco que puede gustar no sólo a los seguidores de los Sabbath sino a cualquier degustador del heavy rock más añejo en general. A el que le pueda especialmente el gusto por lo más oscuro, le puede parecer incluso una joya, y es otra visión perfectamente válida.

2 comentarios:

EL CIPRI dijo...

Pues a mi este disco me encantá, y el último disco en que se puede escuchar a Ian Gillan llegar a esos agudos que tan famoso lo hicieron en DP...

Para mi gusto, Zero The Hero si que debería estar considerado como un clásico en el repertorio de los Sabbath, pero no se puede tener todo...

Saludos

Konrad von Marburg dijo...

A mi no solo me gusta, me parece el mejor album de Black Sabbath en toda su historia, este comentario ya me ha causado problemas con algunas personas fanaticas de la banda, pero no hay nada que hacer me encanta. Es incluso uno de los mas grandes trabajos de Heavy Metal de los 80's y su portada una de la mas simples, pero a la vez oscuras y significativas. La infraproduccion es para mi un valor agregado, que contrasta por ejemplo, con la desagradable y terrible sobreproduccion del "Sabotage", para dar un ejemplo. Los temas son directos, agresivos, pesados y sin adornos, es un disco que uno no se cansa de escuchar jamas.
Excelente tu blog, te felicito.