sábado, 27 de septiembre de 2008

1981 - The Rolling Stones - Tattoo You

Los más veteranos tienden a cerrar la etapa de gloria de la mayor banda de rock de todos los tiempos con “Exile On Main Street” (1972), un posible techo de su carrera. Otra gran parte de sus seguidores, la que aprecia sus obras plenamente setenteras como un legado más diverso e igualmente grande a sus intocables clásicos, escoge “Some Girls” (1978) para poner el punto y final a su reinado rockero. A partir de ahí, algunos ven unos cuantos buenos y dignos retazos salpicando el resto de una carrera irregular. Y el resto los da por enterrados. ¿Y quién se acuerda de “Tatto You”?

Pues bien, el de los Rolling Stones en los 80s puede ser el bajonazo más drástico y llamativo, en muchos sentidos, de la ya larga historia del rock. De hecho, un año antes de la publicación de “Tattoo You”, “Emotional Rescue” (1980) -a pesar de significar otro acierto comercial más para el grupo- no había ayudado nada a esa sensación que venía alimentando la crítica de que los Stones ya no eran los que habían sido (recordemos que la reivindicación como grandes obras de muchos de los trabajos de bien entrados los 70s es algo que para la crítica en general se ha afianzado con posterioridad) y que sólo en parte se había disipado con los refrescantes planteamientos del anterior “Some Girls”.

Para colmo, tras “Tatto You”, sus discos y apariciones públicas se empezaron a distanciar en el tiempo cada vez más -signo habitual de una banda veterana que poco tiene ya que hacer- y sus álbumes pasaron a ser los menos valorados de siempre: “Undercover” o “Diry Work” mostraban a unos Stones descolocados ante la revolución del panorama rockero en la década y algo escasos de ideas, y han quedado para la posterioridad como las muestras del momento más crítico de su historia.
No es de extrañar, así las cosas, que crecieran las tensiones entre los pesos pesados de la banda y para los últimos 80s se especulara con una posible separación que, sin embargo, “Steel Wheels” (1989) vino a desmentir.

De “Tatto You”, de esta manera, ha quedado para el recuerdo en el imaginario colectivo un single (indudablemente, “Start Me Up”, que podemos ver tras este párrafo) y una extraña vorágine de críticas y olvidos entre la que ha sido difícil rescatar su valía. Hay que apuntar, sin embargo, que en su día volvió a ser número 1 en las listas de LPs y que, por fin, hoy día hay quien intenta realzarlo como, volvamos otra vez al eterno argumento, el auténtico gran final de los Rolling Stones.


Sin más pretensión de situar un final que, a tenor de la expectación y éxito popular del último “A Bigger Bang”, parece que todavía está por llegar -por lo menos en lo que a la relación con el público se refiere-, lo que sí parece cierto es que “Tatto You” ha quedado como uno de los trabajos más infravalorados de Jagger, Richards y compañía.

"Infravalorado" porque la escucha atenta nos dice que valor tiene, que el disco es mucho más que el éxito radiable de “Start Me Up” y porque el conjunto es uno de los más auténticamente “stonianos” que hayan publicado desde los últimos 70s hasta hoy día. ¿Queremos fuerza rockera? Además de la más accesible y grandiosa del principal single, ahí tenemos la energía casi punk heredera de “Some Girls” de “Neighbors” y un sonido general cuidado y potente. ¿Preferíamos el sonido sesentero de su primera época? Pues también tenemos retazos doo-wop y divertidas melodías en “Hang Fire” o en la tan pegadiza como cachonda “Little T & A”. ¿Su clásico blues? “Slave” y “Black Limousine” lo rescatan de manera brillante. ¿Ese nuevo rock abierto a otros sonidos (pop, funk...) que destilaron en los 70s? Pues “Tops” o “Heaven”, por ejemplo. Y para la guinda, algunas de las piezas más emotivas que nos pueden regalar estos veteranos, “No Use In Crying”, "Worried About You" y la colosal “Waiting On A Friend” (más abajo en vídeo), esta última puede que el punto más alto del disco junto con la inicial “Start Me Up”, para cerrar el disco.


Puede que “Beggars Banquet”, “Let It Bleed”, “Sticky Fingers” o “Exile On Main Street” sean momentos casi insuperables, pero a cualquier amante del rock le gusta ver que hay mucho más que disfrutar perdido en su extensa obra. Démosle un poco de la atención que merece.

martes, 16 de septiembre de 2008

2008 - Queen + Paul Rodgers - The Cosmos Rocks


Brian May, Roger Taylor y Paul Rodgers. Juntos componiendo, tocando y produciendo música. Eso es, y es mucho, lo que se presenta ahora como Queen + Paul Rodgers, y lo que no ha tardado en anunciarse por la prensa de aquí y allá como el primer disco de estudio de la legendaria Reina desde que abandonara su carrera tras la muerte de Freddie Mercury.

Difícil papeleta sería si ellos mismo lo planteasen como la continuación de esa carrera donde la dejaron hace ya tantos años. Pero lo que aportaba Freddie no pretende ser sustituido, y para el Sr. Mercury queda tan sólo, y vuelve a ser mucho, el tributo que le brindan sus antiguos compañeros junto al que fuera uno de sus más admirados vocalistas.

Sin embargo, tenemos la música de May y Taylor, esa mitad más rockera y a la vez comedida del gigante que fueron, unida en perfecta sintonía con el carácter bluesero y añejo del rock'n roll que Rodgers ha ido destilando en su trayectoria con otras leyendas como Free -los admirados Free, para el desaparecido Mercury- y Bad Company. Un trabajo homogéneo y sensato en expectativas, hecho con el buen hacer del que sabe de sobras lo que maneja entre manos.

No esperemos la vuelta de la grandilocuencia y la mágica excentricidad de otro tiempo. La apuesta es otra, y vuelve a ser buena: "Queen + Paul Rodgers" es un grupo nuevo, que ha tomado como nombre su definición. Y "The Cosmos Rocks" una primera demostración de eso, otra vez mucho, que son capaces de hacer.

lunes, 15 de septiembre de 2008

1981 - Triumph - Allied Forces

Gigante en su continente, el de los canadienses Triumph ha sido siempre y sin embargo un nombre que ha pasado desapercibido para una parte importante del público europeo, y muy especialmente del español. ¿Entenderían aquí y hoy muchos que actuaran en un gran festival metalero en una posición más privilegiada que, por ejemplo, Judas Priest? Pues no sólo los Metal Gods, sino que también Quiet Riot, Mötley Crüe y Ozzy Osbourne los “telonearon” aquel ya tan lejano como casi mítico 29 de Mayo de 1983 en el que se celebró “el día del Heavy Metal” en el US Festival, uno de los festivales que más leyenda ha generado en la historia del género y del que tenemos muestra en este vídeo del tema homónimo del trabajo que nos ocupa.


Merecida, además, tenían la posición a tenor de las ventas millonarias de sus discos de los primeros 80s y, más específicamente, de “Allied Forces”. Para este trabajo, Rik Emmet (guitarra y voz), Mike Levine (bajo y teclados) y Gil Moore (batería y voz) –uno de los más reconocidos power tríos que ha dado el género y originarios del país que vió nacer al que puede ser el trío más popular, Rush- se dejaron influir por el panorama internacional del año, y con la emergente NWOBHM saltando a la palestra con la intención de arrollar a todo lo que oliera a rock duro, dieron forma a su disco más cercano al heavy metal (y muy heavy en ocasiones) tras haberse hecho un hueco en el terreno del hard rock melódico más clásico y cuidado.

Compuesto completamente por los tres músicos como grupo e incluso coproducido por ellos, el disco llegó a la certificación platino y aguantó la friolera de cincuenta y nueve semanas en las listas de discos de éxito. Ahí, el público no estaba equivocado: “Allied Forces” presentó un conjunto variado con toda la fuerza del tradicional heavy metal y con la clase del hard setentero de más altas miras, además de con un maravilloso gusto técnico y progresivo. Limpio, elegante, llamativo, y con el listado impecable de temas que sigue:

1. Fool For Your Love
Un mágico y dinámico medio tiempo que puede recordar en diferentes aspectos a otras leyendas del momento como Whitsnake o Blackfoot, especialmente inspirado en las melodías vocales y de sonido potente.

2. Magic Power
Personal y muy emotiva, un corte lento realmente especial

3. Air Raid - instrumental
Una buena demostración del cuidado con el que se trató como conjunto a "Allied Forces", para dar paso a uno de los cañonazos del trabajo.

4. Allied Forces
El tema que da nombre al álbum, un arrollador corte heavy rock que no puede dejar indiferente a ningún amante del género.

5. Hot Time (In The City Tonight)
Seguimos con un rock’n roll de vieja escuela y sonido nuevo (para entonces), otro punto de variedad que contagia alegre energía.

6. Fight The Good Fight
Para llegar a uno de los grandes himnos del disco, otro medio tiempo de melodías tan acentuadas como impagables. Escuchemos como sonaba en directo:



7. Ordinary Man
Si para entonces podría parecer difícil no bajar el listón, “Ordinary Man” revienta toda expectativa siendo un temazo que tras arrancar como una bonita balada deja los más afilados riffs que se pueden escuchar en “Allied Forces” y posiblemente en toda la discografía de Triumph.

8. Petite Etude - instrumental
Otra instrumental que deja tan claro el buen hacer de Triumph como músicos como su afán por tratar al álbum hasta el más mínimo detalle.

9. Say Goodbye
Y, en seguida, la hermosa despedida que deja fácilmente con ganas de recomenzar. Como para que se lo piense el que esté entre los que dejaron pasar a esta banda en su momento y corra a hacerse con el disco.

viernes, 5 de septiembre de 2008

2008 - Metallica - Death Magnetic

Nuevo disco de Metallica.
Una frase que por sí sola es capaz de generar todo tipo de expectación, debates y encendidas polémicas, capaz de generar opiniones tan encontradas que es hasta difícil encontrar réplicas tan distantes al mismo evento sea cual sea el terreno del que se hable.
Y es que con el tiempo estos americanos no sólo se han hecho con una legión de seguidores enfervorecidos sino que también tienen otra de detractores al tanto de cualquier noticia sobre la banda para inundarla apresuradamente de críticas, si el medio lo permite, demostrándose tanto en uno como en otro caso el interés que despiertan.

Poco tiempo hace desde que Internet hiciera posible el acceso al nuevo material. Casi nada. Sin embargo, un vistazo rápido a ese mismo medio y ya proliferan las opiniones. Hay quien lo critica negativamente con todo tipo de argumentos, desde los más trasnochados y que casi evidencian que ni siquiera se ha escuchado el trabajo (pongamos por ejemplo el ya clásico y esta vez inservible “Metallica ya no es metal”, el esperable antes de conocer el disco “es el St. Anger II” o el más directo “Metallica es –pongamos el calificativo despectivo que queramos- desde tal disco”) hasta los que dramatizan hechos con más visos de realidad, tachando de negativa la composición de esas estructuras un tanto caóticas (algo a comentar con calma), acusándolo de autoplagio (¿cuántos nombres de bandas veteranas nos saldrían si buscáramos alguna que no haya repetido esquemas o sonidos de sus épocas pasadas? ¿y a cuántas otras se las critica por esto?) o ensalzando un posible déficit en el sonido o en la interpretación.
De la misma manera, el mismo vistazo rápido encuentra todo otro tipo de comentarios igualmente abundantes y mucho más ilusionados en los que se corre a aclamar la “vuelta” de hijo pródigo o se califica a “Death Magnetic” como el mejor disco de la banda desde los 80s.

Como viene pasando desde hace años con Metallica, este proceso promete durar hasta que “gane” una de las opiniones y acabe por hacerse la “oficial”, marginando a la rabia a la perdedora. Para el ejemplo podemos recurrir a los últimos discos. Actualmente la opinión “colectiva” de “St. Anger” está asentada en lo muy negativo y cualquier comentario no peyorativo sobre este disco es considerado por gran parte del público como puro fanatismo sin sentido. Desde luego, aquel disco puede que sea el más flojo que hayan lanzado en su carrera en diversos sentidos, pero podrían destacarse también cosas positivas de las que se reniega. De la misma manera, “Load” pasó por una época en la que se lo consideraba popularmente como la gran “estafa” (aquí quizá con razones mucho más propias de ese fundamentalismo metalero que otra cosa), y sin embargo parece que se está abriendo un poco la mano sobre el tema. Hablar desde el lado contrario de otros discos como “sobrevalorados” es igualmente polémico si ya están aceptados como auténticas obras maestras.

Con el terreno así de abonado, hay que entender que se vaya a mirar al detalle este “Death Magnetic”, y se vayan a resaltar todos los matices encontrables, bien sea para tildarlos de negativos o de positivos. Lo de las “estructuras caóticas” o complejas, por ejemplo, o una voz poco lucida, en lo que a las acusaciones se refiere. Da para pensar si, imaginándonos que el nuevo disco de Metallica fuera “Ride The Lightning” –poniendo el ejemplo de un álbum del que hay poca discusión sobre su gran valía- se hablaría de una muy poco correcta interpretación vocal, del corto minutaje, de una pobre producción o de algún tema que parece no encajar en el conjunto. Si hacemos esta reflexión, puede que lleguemos a darnos cuenta de que todas estas características –o todas las consideraciones de este tipo que queramos ver en cualquier disco- no tienen por qué ser defectos (entendiendo como defectos en este caso a aquellas cosas que lleven a que el trabajo no nos guste) sino que acaben por conformar una personalidad, un aire o una entidad propia e igualmente estimulante.

Pero al fin y al cabo, acabe reinando una opinión u otra (quede para la historia como el gran disco del resurgir de Metallica o como un trabajo más), démonos cuenta de una cosa: el disco seguirá siendo el mismo.
Aunque esto sea una evidente tontería, parece que a veces necesitamos que nos digan que es lo que tenemos que pensar también en este terreno, y que corremos a leer si el álbum es bueno o malo para saber si nos tiene que gustar o no. Escuchémoslo, y sencillamente comprobemos por nosotros mismos si es de nuestro agrado.

Así las cosas y teniendo en cuenta que sólo el tiempo dirá como se asienta, de momento quedémonos con lo objetivo para la primera descripción, y con las primeras impresiones personales –más no se puede decir todavía- para lo demás.
Primero, las evidencias:

Con “Death Magnetic” se ha intentado recuperar parte de la identidad que el grupo tuvo en años pasados, apostando por el aquel thrash con un pie puesto todavía en el heavy metal, por la búsqueda de la espectacularidad que tuvieron, o por esquemas ya utilizados anteriormente en temas (el single “The Day That Never Comes” ya nos daba una pista en esto, reutilizando el esquema de “Fade To Black” o de “Sanitarium”) o en el conjunto del disco (primer tema con intro acústica y posterior sonido afilado, el single radiable en el track 4, una instrumenta hacia el final...). Asimismo, se recuperan los solos acelerados en gran cantidad, y hasta el wah-wah.

En el resultado final hay algo más de peso del heavy metal en melodías y juegos de guitarra, especialmente en algunos solos, que el que tuvieron incluso en aquella época. Por otro lado, también encontramos dominando algunos de sus riffs más veloces. Sumado todo esto, podemos ver cierta intención de evolución junto a la reseñada de involución.

Dos temas parecen escaparse de estas intenciones “de aire thrash”, explorando otros sonidos: “Cyanide” y “The Unforgiven III”, esta última en una línea mucho más acorde con su época “Load” - “ReLoad”. Las dos aparecen seguidas en el orden de las pistas, lo que en función del oyente puede representar un bajón en el disco (o un bonito punto de respiro o variedad).

El disco hereda parte de las estructuras poco habituales o caóticas, si queremos decirlo así, que pudimos ver en “St.Anger” en determinados temas. En este caso esto no es algo que parezca excesivamente exagerado, y seguro que podemos recordar títulos de canciones de diversos autores de estructuras complejas o poco convencionales que de primeras parecen caóticas y en unas escuchas se aceptan sin que esta característica influya en su valoración.

El sonido es bueno (incluida la batería, sí) aunque da especial protagonismo a las guitarras por encima incluso de la voz.

La interpretación también es buena dentro de los estándares de la banda (bien, Ullrich nunca ha sido un batería filigranero y en “Death Magnetic” tampoco se sale de su estilo de siempre, y Hetfield no es la gran voz del género pero tampoco lo ha sido nunca, ni en la mejor etapa de Metallica) e incluso la pareja de guitarras hace uno de sus trabajos más complejos, quizá en detrimento de parte de la frescura que pudo tener en otros tiempos.

Descrito todo esto, es de pensar que existe toda una sensación de sorpresa (al menos de esa “sorpresa” que tantos estaban esperando desde hace tanto tiempo) que puede llevar a la euforia inicial, sobre todo por la espectacularidad de algunos cortes como “All Nightmare Long”. Es normal que estas sensaciones de sorpresa (de la misma manera que antes se decía para las de caos) se disipen con las escuchas y se pase a observar con más criterio a las composiciones.
En cualquier caso, parece bastante objetivo que “Death Magnetic” se presenta como un buen álbum trabajado a conciencia y que tiene cualidades para que agrade (y mucho, en algunos casos) al público que ya gustaba de Metallica, siendo lo que falta por ver si conecta con la gente de manera satisfactoria o no.
Eso, antes incluso de su salida oficial, es algo arriesgado de aventurar.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

1996 - Morgana Lefay - Maleficium


Que el heavy más clásico se vino abajo como estilo masivo con la década de los 90s es un hecho.
Pero también lo es el que algunas bandas rescataron parte de esa esencia clásica para lanzarse en carreras alejadas de lo imperante en el panorama del Metal en esos nuevos tiempos.
El gusto que algunas formaciones rescataron por aquel primer power metal que en los 80s dio la visión más cruda del metal tradicional, aquel que fue una parte importante de la generación que muchos llaman la “US Metal” y que puso la respuesta paralela a la británica NWOBHM, llevó a que esos contados grupos se identificaran popularmente y con el avance de los años en la década como los paladines de un mercado que todavía tenía sus fieles. Iced Earth es posiblemente el caso más claro desde los USA.

Que en Europa hubo mayor predilección si cabe que en los USA por rescatar elementos clásicos es también claro, pero el heavy metal tradicional que se pudo tomar como base se adaptó hacia terrenos más melódicos y se masificó en la herencia de la generación alemana de los últimos 80s, dando lugar a algo que con brillantes excepciones se acabó por saturar en propuestas demasiado parecidas y muchas veces faltas de contenido y que, sin embargo, se ha dado en llamar también “power metal”, pareciendo en los últimos tiempos que es éste es precisamente el uso del término que impera.
Sea como sea, más allá de estos vacíos debates sobre etiquetas y aceptando estas dos ramas del estilo, en Europa también nos hemos encontrado con casos separados de lo general y que han llevado el estandarte del “primer” power metal, el “power metal americano”, o como le queramos llamar. Los suecos Morgana Lefay son un ejemplo destacado.

Principalmente del “US Metal” –muy especialmente de grupos como Savatage y Jag Panzer-, también de la NWOBHM, pero en cualquier caso siempre con la base del heavy metal más tradicional de los ochentas, con el añadido de un tratamiento excepcionalmente crudo y más puntualmente oscuro, y para acabarlo de formar con cierto gusto en las guitarras por el crujiente thrash metal de unos Overkill o, sobre todo, de los primeros Metallica: esto podría ser una definición de la propuesta de estos nórdicos.
Como mínimo, más que llamativo para los que desde entonces echan de menos el metal pura y duramente ochentero, así que puede merecer la pena repasar un poco la carrera de Morgana Lefay.

Formados en 1986 como “Damage”, tras los siempre iniciáticos cambios de formación consiguieron lanzarse definitivamente al mercado en 1990, ya con su nombre más conocido y con disco debut.
Desde entonces ha habido dos hombres que han dirigido siempre este proyecto y puesto su seña a toda creación, el guitarrista Tony Eriksson y el vocalista Charles Rytkonen. Precisamente Rytkonen ha sido desde el principio el factor más llamativo de Morgana Lefay de cara al público, dado su parecido timbre en los tonos más agresivos y similar estilo con el clásico vocalista de Savatage Jon Oliva.
De la misma manera, en sus primeros años siempre fueron comparados con este ya casi legendario grupo norteamericano, siendo además habituales las opiniones que les añadían la influencia también de los citados Metallica, e incluso de Pantera. El caso es que, desde unos planteamientos que, sí, podían ser bastante deudores de los momentos más agresivos de los Savatage de un “Hall Of The Mountain King” fueron construyendo un estilo más personal pero siempre de mucha presencia añeja y aguerrida, de la misma manera que el mismo Rytkonen fue creciendo como vocalista añadiendo registros a su interpretación hasta convertirse en el que hoy puede ser, a pesar de no tener el status de estrella de muchos otros y como demuestra en sus discos actuales (más incluso que en estos clásicos), una de las mejores voces del panorama metalero.

Tras una primera carrera que dejó discos más que interesantes como “Knowing Just As I” o “The Secret Doctrine”, e himnos de la talla de “Rooms Of Sleep” o “To Isengard”, “Maleficium” fue su quinto disco de estudio y presentó a un grupo más que asentado en una propuesta difícil, más dura, más densa.
Mientras repasamos alguno de esos primeros clásicos para ponernos en situación comencemos a hablar del disco.
Rooms Of Sleep (Secret Doctrine)


Para empezar, “Maleficium” fue su disco más largo hasta la fecha –trece temas no precisamente cortos más un bonus track que aparece en la mayoría de ediciones-, y ahondó en su carácter pesado y difícil con un extra de trabajo en varios frentes: se potenció el ambiente oscuro, las composiciones más complejas de mucho peso guitarrero y se optó por una unidad conceptual en las letras, dando pie a un álbum que es todo un monográfico sobre la Inquisición visto a través de una historia ficticia.

Con la fuerza que da a estos planteamientos una producción cruda y sencilla, podría decirse que ochentera (de hecho era probablemente su disco más potente hasta la publicación de su último “Aberrations Of The Mind”, trabajo sin embargo de otro carácter más limpio y menos añejo), el resultado fue más que conseguido, si bien es necesario advertir que no es para nada de fácil acceso a la primera escucha, al menos para oyentes que no estén acostumbrados a las producciones de los grupos más pesados y rudos de esa US Metal o de la NWOBHM.
Aún así, y si bien el grupo nunca ha conseguido un triunfo comercial de primera línea, el disco obtuvo el reconocimiento de la crítica especializada y ayudó a consolidar el nombre de Morgana Lefay como uno de los grandes “ilustres desconocidos” (tan habitual es encontrar bandas con una base de seguidores relativamente pequeña pero que los consideran enormemente y que siempre son bien tratadas por la crítica) que pueblan el mundo del Metal. Además, consiguió un notorio éxito con la gira del álbum en la que partían como cabezas de cartel (en la del disco anterior, por ejemplo, habían acompañado a Gamma Ray como teloneros), acompañados por Solitude Aeturnus –que presentaban entonces su “Downfall” y convirtieron el tour en un gran mano a mano entre dos respetadas bandas en crecimiento (qué extraña curiosidad que tras esto las dos bandas tuvieran un desafortunado parón que quizá las haya apartado de tener un status más grande)- y unos entonces primerizos Brainstorm.

Presentado convenientemente, repasemos los temas:

1. The Chamber of Confession
Para abrir, una intro tétrica de sonido tan primario que nos mete en el ambiente de los discos más oscuros de cualquiera de aquellas perdidas bandas de culto del metal de los 80s.

2. The Source of Pain
Y el primer trallazo que se nos viene encima. Duro, nada fácil, poderoso aunque no especialmente rápido, oscuro, denso y muy personal. Empieza la espesa mole sonora de rudo pero clásico metal de la vieja escuela que acompaña a casi todo el disco.

3. Victim of the Inquisition
Y ahora sí nos metemos de lleno en esos medios tiempos difíciles y oscuros tan característicos de Morgana Lefay.

4. Madness
Para seguir con otro igualmente “malvado”, con una parte central que cambia de manera brillante.

5. A Final Farewell
Un pequeño respiro para embellecer el conjunto con un tema lento que fácilmente puede relacionarse con este mismo tipo de temas de unos Iced Earth.

6. Maleficium
Y vuelta a lo rocoso con el medio tiempo que da nombre al disco. Fue el único tema del que se grabó un video clip, y es el que sigue:


7. It
Una intro para abrir “Master Of Masquerade”.

8. Master of the Masquerade
Y con ésta se inicia la parte más dinámica del disco después de una primera mitad más pesada, ya que a partir de aquí se pueden encontrar más referencias al thrash clásico y algunas melodías más “optimistas”, aunque siempre aguerridas.

9. Witches Garden
Uno de los temas más “llegadores” del disco, en el sentido que ya anunciaba la anterior.

10. Dragons Lair
Y más afilado sonido en la misma escuela sin perder nunca de vista el heavy metal más clásico.

11. The Devil In Me
El momento para el contrapunto en esta segunda mitad con un corte a medio tiempo que intenta plasmar maldad y desconcierto.

12. Where Fallen Angels Rule
Y vuelta a lo más arrollador y directo, esta vez con un estribillo más en la línea del power metal más “standard” (si bien llamativo y pegadizo), a diferencia de la mayoria de más cortantes y duros anteriores.

13. Creatures of the Hierarchy
Para el final, cierre con una bonita outro de guitarra acústica.
A los que dieron por enterrado al metal tradicional en los 90s, aquí tienen un buen clavo al que agarrarse.