sábado, 31 de enero de 2009

1993 - Aerosmith - Get A Grip

Habíamos visto a los resucitados Aerosmith de los 80s reconvertidos con éxito, para el hard rock de orientación metalera, en una máquina de crear hits. Recordábamos a los Aerosmith clásicos como un gigante del rock de los 70s. Pero “Get A Grip” nos descubrió definitivamente a los Aerosmith más melódicos y mediáticos.

No debió, por supuesto, ser un descubrimiento del agrado de todo el mundo, más viendo que la masiva aceptación popular del disco los condujo en adelante a explotar esta faceta. Y es que, como suele pasar en estos casos, no faltaron las voces de algunos puristas escandalizados al ver a “su” banda a todas horas en los medios y haciendo soñar a adolescentes, pero es innegable que el álbum supo llegar a ser, como estuvo pensado, uno de los mayores bombazos –si no el mayor- que ha tenido el mundo del rock desde entonces.

Gran parte de la culpa la tuvieron tres singles de aire baladero preparados al límite para ser bandera de una nueva etapa.
“Cryin”, “Crazy”, y “Amazing” no sólo se concibieron como tres temas de excelente gancho comercial y contagiosa emotividad, sino que vinieron acompañados de otros tantos video clips de gran factura que inundaron día tras día las televisiones hasta que toda una generación de chavales llegó a fantasear con aquella chica rubia que los protagonizaba (incluyendo a las chicas que quisieron parecerse a ella), a conocer los encantos a la hija del mismísimo Steven Tyler y a emocionarse con las historias que contaban.
Pocas veces hemos visto una manera tan rotunda de aprovechar todos los medios para lanzar unos sencillos (y hasta las carreras de Alicia Silvestone –la chica rubia- y Liv Tyler como actrices), y sólo los demasiado jóvenes o los que huyeran irracionalmente del rock en aquella época no los recordarán como si se tratara de ayer.

Para compensar la balanza, ‘Walk On Down’, ‘Fever’ o ‘Eat The Rich’ recordaban al que se caía rendido a Aerosmith comprando su disco que se trataba de una banda de rock duro. Imparable, vendió en todo el mundo más de 20 millones de copias y se colocó como el álbum internacionalmente más vendido del grupo, además de llevarse dos premios Grammy. Por el camino, además, consiguieron algo no menos importante, hacerse con una nueva base de seguidores más jóvenes para ampliar y reciclar su veterana corte de cara al futuro.
Es fácil entenderlo con estos temas:

1. "Intro" (Steven Tyler, Joe Perry, Jim Vallance) – 0:23
2. "Eat the Rich" (Tyler, Perry, Vallance) – 4:09
Primer bombazo de aire “vacilón“, gusto sleazy y estribillo coreable.

3. "Get a Grip" (Tyler, Perry, Vallance) – 3:58
Todo un himno que recuerda viejos éxitos a medio tiempo y con ese tan personal estilo vocal con el que de vez en cuando S.Tyler nos suele sorprender.

4. "Fever" (Tyler, Perry) – 4:15
Subida de las revoluciones, y de la “fiebre”, combinando los ritmos más acelerados con esas melodías para reventar estadios.

5. "Livin' on the Edge" (Tyler, Perry, Mark Hudson) – 6:20
Vuelta al medio tiempo con un tema de gusto clásico e impecable factura.

6. "Flesh" (Tyler, Perry, Desmond Child) – 5:56
Otro excelente trabajo vocal en un tema rockero pero accesible, con colaboración del Rey Midas del momento, Desmond Child.

7. "Walk on Down" (Perry) – 3:37
Uno de esos cortes que nos recuerdan que Guns N’ Roses escogieron unos buenos maestros.

8. "Shut Up and Dance" (Tyler, Perry, Jack Blades, Tommy Shaw) – 4:55
Más colaboraciones estrella (Shaw y Blades, ni más ni menos) en otro tema animado y muy de la época.

9. "Cryin'" (Tyler, Perry, Taylor Rhodes) – 5:08
Y la primera de las baladas. Poco más que decir de ella que lo mucho que nos rescata este video de la memoria:


10. "Gotta Love It" (Tyler, Perry, Hudson) – 5:58
Un experimento sleazy casi funky muy “a lo Aerosmith” en el puente hacia el otro exitazo.

11. "Crazy" (Tyler, Perry, Child) – 5:16
Impagable. Aquí va:


12. "Line Up" (Tyler, Perry, Lenny Kravitz) – 4:02
Divertido tema con la colaboración de L.Kravitz.

13. "Amazing" (Tyler, Richard Supa) – 5:56
Cerrando el capítulo de baladas millonarias:


14. "Boogie Man" (Tyler, Perry, Vallance) – 2:16
Y acabando el disco, una “outtro” que cierra el círculo con elegancia.
Ahora que empezamos a tener cierta perspectiva, está claro que los 90s también nos dejaron grandes clásicos. "Get A Grip" es uno de los más reconocibles.

martes, 27 de enero de 2009

2005 - Gotthard - Lipservice

Con todo lo que se ha hablado de este disco desde que apareció, primero para aclamarlo como la sensación actual del hard rock, y en seguida para citarlo como si de un veterano clásico del género se tratara, no hay duda de que será uno de los elegidos que pasarán a la historia como lo más destacado de la década.

Tanto para buena parte de la crítica como para la mayoría del público, “Lipservice” hizo pasar a Gotthard, de ser una banda de segunda fila en lo popular –fuera de su Suiza natal, que allí cuentan sus discos por números 1-, al estatus de estrellas del hard rock. Y esto, con todo lo que conlleva, incluído el rescate de sus discos anteriores, casi olvidados y que ya en su momento habían pasado desapercibidos, para reconsiderarlos como piezas maestras. ¿La razón del alboroto?

Un fenomenal conjunto de temas capaces de poner de acuerdo a los que gustan del hard rock de corte clásico (aunque en este caso se ampliaría este concepto para meter también al ochentero) y a los seguidores del rock duro con gancho más actual. Por ejemplo ¿teclados de sonido setentero? Pues también guitarras de sonido limpio y potente. ¿Un tema “rockandrollero” de ritmo marcado a la vieja usanza? Pues otros cuantos de melodías tan accesibles como contemporáneas.



Para más éxito, “Lipservice” supo compensar los temas más “serios” con los hits descaradamente radiables y comerciales –en el buen sentido- (no es necesario nada más que ver el clip de abajo para entender este segundo “tipo”), y exprimir lo mejor de los dos terrenos.
Y es que condiciones propias, y buenos maestros no les han faltado.

Deep Purple, Whitesnake, Van Halen... a todos los podemos encontrar en algún momento como influencia, pero se les ha reconocido –y con razón- haber sabido crearse un sonido “suyo”, encabezado –como tantas veces ha pasado en el género- por una voz reconocible y descatada, la de Steve Lee.



Así las cosas, no es de extrañar que “Lipservice” acabara por hacerles llegar la suerte de una vez por todas en forma de un éxito internacional que ya se estaban mereciendo, y más ampliamente, que con ellos el hard rock (por lo menos en Europa) encontrara una nueva banda que pudiera servirle de puntero para las nuevas generaciones.

domingo, 25 de enero de 2009

2006 - Roadstar - Grand Hotel

Algo se debió remover en la Gran Bretaña musical mediada esta década cuando en poco tiempo aparecieron de la nada una serie de grupos que prometían estrellato practicando, y revisando, un ya casi olvidado hard rock de inspiración setentera. The Darkness, The Answer, y estos Roadstar son los más claros ejemplos, aunque es más que visible a estas alturas que precisamente estos últimos son los que menos suerte han tenido en lo popular.

Su momento, eso sí, lo tuvieron, y con este LP debut consiguieron un brillante conjunto de temas que, bebiendo –entre otros de menor personalidad- de los Led Zeppelin más accesibles, de Aerosmith o de AC/DC, actualizaba el rock duro más clásico con un buen sonido y temas, en general, más amigables en la melodía (que no en sonido general, por momentos cercano al heavy), entre los que se contaban auténticos himnos como este “Roadstar” de aquí abajo que dio nombre al grupo desde 2005 (se habían formado en 2003 como Hurricane Party y habían llegado a publicar un EP -“Get This”- en 2004 bajo ese nombre, pero tras las tragedias protagonizadas por huracanes entonces no pareció una manera afortunada de presentarse) y hasta el más reciente 2007, cuando tras especularse con la desaparición de la banda –parece que la promoción y distribución que la disquera hizo ese año de su segundo LP los dejó algo más que desencantados- se acabó por reformar el grupo como Heaven’s Basement.



En cualquier caso, esa marca “Roadstar” ya dio para mucho dejándonos este tan llamativo “Grand Hotel”, que a pesar de ser su primer largo ya fue producido por Kevin Shirley (alguien que trabajara con Led Zeppelin y Aerosmith, entre otros, cosa que no deja de ser una señal de por dónde iban a ir los tiros) y les hizo salir de gira, con éxito, mano a mano con otros debutantes y compañeros de género, The Answer. Que pase a la historia como merece, entonces.

martes, 20 de enero de 2009

2009 - Place Vendome - Streets Of Fire

Como anillo al dedo le sienta Place Vendome a Michael Kiske. Todavía más en este segundo disco, que casi se puede imaginar como un producto (muy bien) hecho para su lucimiento por la gente de la Frontiers Records, que ha encontrado en el alemán la estrella alrededor de la que construir un proyecto de éxito.
No merece menos con un talento como el que demuestra en el disco, quizá algo más homogéneo que el debut –que todavía tenía algún corte de aire más metalero repartido entre la mayoría melódica- y con un punto casi ochentero en algunas melodías y arreglos de teclados, pero en definitiva en la misma línea elegante que aquel primer álbum del 2005.
En resumen, AOR llamativo –mucha culpa la tiene el trabajo vocal- y con mucha clase.
Perfecto sería si en estos Place Vendome Kiske encontrara continuidad y estabilidad a largo plazo. Nos haría olvidar sus devaneos y salidas de tono –si este sonido es el que le gusta, fenomenal si lo hace tan bien-, y nos regalaría todo un grupo referencia en el rock melódico. Y de los que se recuerdan mucho tiempo.

domingo, 18 de enero de 2009

1985 - AC/DC - Fly On The Wall

Ahora que “Black Ice” ha conseguido la aceptación masiva para el trabajo de AC/DC puede ser un buen momento para replantearse la consideración popular de algunos eventos pasados. Porque no siempre la banda australiana ha recibido las mejores críticas, e incluso, como es bien sabido por el público rockero, fueron denostados durante gran parte de los 80s.
“Fly On The Wall” es un ejemplo perfecto de esa época, pero –aún dando por hecho que no reúne la cantidad de himnos que había contenido, por ejemplo, “Back In Black”- puede que merezca una revisión o, si lo preferimos así, una “comparación”.



Sí, ya que “Black Ice” está en boca –y en la cabeza- de todos, una escucha a “Fly On The Wall” puede hacer que alguno se dé cuenta de que aquel disco de 1985 (históricamente considerado el peor, o uno de los peores de su carrera) resulta, como poco, casi (o sin el casi) tan sólido y afortunado como el actual. Por no hablar de la entidad de algunos temas (que se verían muy mejorados con un sonido similar al de ahora, ya que éste es, aquí sí, seguramente su disco más flojo en producción), de la fuerza que desprende en esa línea más aguerrida de “Flick Of The Switch”, o de que, como aquel, parece ganar con el tiempo.

Esto no debe considerarse un desprecio a “Black Ice”. El mundillo musical ha llegado a reconocer todas esas virtudes en los últimos discos, y bien que se lo han ganado. Pero parece que se pueden aceptar ahora esas cualidades y seguir olvidando afrentas pasadas, sin reconocer que nada ha cambiado tan sensiblemente como para que existan esos saltos de opinión pública.
¿Es eso señal de que este fenómeno es “una moda”, o sencillamente de que en tantos años de carrera se han ido ganando tantos seguidores que la cosa ha acabado por impregnar a los medios?

Sea como sea, otra enhorabuena para los australianos, y una pregunta en el aire. Con las condiciones actuales, si “Fly On The Wall” fuera el nuevo disco de AC/DC, ¿no estaría ahora igualmente el mundo alabando sus virtudes a ritmo de "Sink The Pink", "Back In Business", "Stand Up" o “Shake Your Foundations”?

viernes, 16 de enero de 2009

2009 - Vengeance - Soul Collector

Un fenomenal disco de retorno a la escena no basta, al menos para una banda que nunca estuvo en la cúspide de la popularidad. La vuelta debe venir acompañada de un retorno al trabajo más a largo plazo, de una nueva carrera a consolidar.

Así lo deben haber entendido los holandeses Vengeance, y con un bombazo como "Back In The Ring" (2006) cosechando todavía las mejores críticas, no se han dormido en los laureles y han corrido a presentar "Soul Collector".
Bien, puede que ya no se pueda contar con el "factor sorpresa", ni con ese plus de atención que suelen recibir los retornos, además de que seguro el nuevo álbum será calificado con el típico "no llega al anterior" -que no sea tan directo y aguerrido y sí algo más melódico lo hace propicio al comentario- pero como mínimo va a conseguir que se siga hablando de la banda, probablemente más (y mejor) de lo que se había hecho nunca, incluyendo su primera etapa en los 80s.

Misión cumplida, entonces, y un trabajo entretenido, de los que gusta, quizá sin mayores pretensiones, al público hardrockero. Después de todo, Vengeance se han movido siempre, por decirlo de alguna manera, en el "estándar" (un poco de AC/DC, algo de Accept, un punto más accesible del hard rock ochentero...) y entendiendo que a estas alturas no van a salir de este público (no nos engañemos, la proyección actual del género no da para mucho más)¿a quién no le gustan estas influencias?

Dejemos a "Back In The Ring" que quede entonces para la historia, que lo merece, y pasemos un buen rato ahora con "Soul Collector".

jueves, 15 de enero de 2009

1981 - Meat Loaf - Dead Ringer

No será la primera vez –ni la última- que nos encontramos con uno de estos “discos malditos” justo después del gran “bombazo” de una discografía. Será porque el éxito no siempre ayuda al talento, puede que porque estos trabajos suelen venir con aquel clásico “no llega al nivel del anterior” puesto de fábrica, o sencillamente porque el no cumplir con unas expectativas de ventas, puestas demasiado arriba como para repetirlas, los marca como un fracaso comercial que, sin embargo y aunque a veces nos olvidemos, no tiene por qué serlo también en lo musical.

En el caso de Meat Loaf, la “maldición” de “Dead Ringer” estaba echada desde que “Bat Out Of Hell” acabara por arrollar el mundo de la música de arriba a abajo. Hay quien dice que con un exitazo como ése entre manos, Marvin L. Aday se relajó –“se dio a la mala vida” añadirían algunos- y se decidió a tomarse un tiempo de vacaciones. La discográfica, sin embargo, viendo el tirón del invento de Aday y Steinman, no tragó con demoras y quiso sacar un segundo disco.

Steinman trabajaba en nuevo material, pero cuando Marvin intentó volver a la actividad tras ese parón se encontró con sus cuerdas vocales afectadas. Achaquémoslo a esa “mala vida” que decíamos. En el aprieto y con el vocalista abandonando, Steinman finalmente publicó "Bad for Good" bajo su propio nombre, y a pesar de que la discográfica añadió un llamativo “del creador de Bat Out Of Hell” la cosa no funcionó tan bien como se esperaba. Era necesario un disco de Meat Loaf.

No sin esfuerzo del cantante, lo tuvimos: “Dead Ringer” salía en breve aprovechando los temas que Steinman había escrito durante la época de éxito de “Bat Out Of Hell” y que nunca habían entrado a grabar. Pero la cosa no se había acabado de torcer todo lo que podía. En nada, hubieron dos discos a la vez, el de Steinmann y el de Meat Loaf, compitiendo en las tiendas y en las campañas de marketing –algo que llevó a que surgieran los problemas entre los dos socios, y a su conocida separación- y las ventas del segundo se resintieron. Unido a su caótica situación personal, la bajada comercial llevó al orondo vocalista a la ruina.

Hablar de la bajada de ventas de “Dead Ringer”, eso sí, resulta engañoso. El disco fue número 1 en UK, y tuvo tres singles de éxito, encabezados por aquel célebre “Dead Ringer For Love” en el que cantaba como artista invitada –otra de las maniobras comerciales de la disquera- Cher.



Así las cosas, lo de “fracaso”, sólo se puede explicar recordando que “Bat Out Of Hell” había sido, y es todavía hoy, uno de los discos más vendidos de la historia de la música. Y –reivindiquemos su valía- si aquel disco funcionó, “Dead Ringer” no debería haber merecido mucho menos.
Misma fórmula –rock’n roll, pianos, aires de divertido y casi bailable musical, baladas, algunas guitarras más pesadas y mucho protagonismo vocal- y resultado más que notorio. Pero ¿cuánta gente habrá que disfrute del aclamado disco del ’77 y ni haya dado una oportunidad a “Dead Ringer”? Para pensárselo.

domingo, 11 de enero de 2009

2006 - Black Stone Cherry - Black Stone Cherry

Su discográfica debió pensar que no merecía la pena apostar por la distribución de un disco debut tan americano en Europa, y a pesar de que su lanzamiento fecha del verano del 2006 en los USA poco hemos visto de Black Stone Cherry por estas tierras hasta tiempo después. Pero parece que se van arreglando cuentas pendientes y por muy debut que sea “Black Stone Cherry” ya ha dado suficiente nombre en los Estados Unidos a este grupo y ha demostrado el suficiente empaque para que, por lo menos los más aficionados al hard rock de pura “tradición yanqui”, lo estén considerando también aquí como un futuro clásico del género.

Es cierto, eso sí, que no se trata de un disco “tradicional”, sino que lo de “hard rock americano” es en este caso es un término que se extiende ampliamente para recoger todo tipo de sonidos en una fórmula única y original que, probablemente, es la responsable de los elogios que han recibido (y dicho sea de paso, de las críticas de los más puristas).

De Lynyrd Skynyrd a Metallica, pasando por Soundgarden o Pearl Jam, muchas son las influencias que se les han otorgado para describir su rock potente, denso, rudo y de orientación metalera, empapado además de melodías de corte sureño. Zakk Wylde y su “Pride And Glory”, por ello, podría ser la referencia a la que se les podría acercar si se tratara de resumirlo en un solo nombre (de hecho hasta la voz guarda cierto parecido), pero estos cuatro chicos de Kentucky parecen muy a gusto también en terrenos más heavys y pesados.

Sea como sea, han conseguido que esta naturaleza ecléctica no se presente como una excentricidad sino, más bien al contrario, quede representada en un conjunto extremadamente sólido y –mérito doble- homogéneo aunque para nada muy accesible. Vista la orientación de su segundo disco ya publicado, quizá esto último es algo que han querido cambiar a favor del calado que pueda tener en los medios, pero la escucha atenta de los dos discos dice a las claras que es el disco debut el que derrocha tal personalidad y fuerza que acabará convertido en cita obligada cuando años allá se repasen los clásicos que dejó esta década. A golpe de fuerza nos lo aseguran “Rain Wizard” -abajo en directo- o “Crosstown Woman”, junto a todo un listado de temas que machaca una y otra vez, así como la sencilla magia de momentos de respiro como “Hell And High Water”. Hagámosles caso.

sábado, 10 de enero de 2009

1987 - Black Sabbath - The Eternal Idol

Muchas de las más grandes bandas han pasado épocas “complicadas”, pero sólo algunas han podido entonces seguir publicando grandes trabajos, más allá de problemas como la inestabilidad en la formación o el olvido de los medios.
Si hay un ejemplo claro de este caso, ése es el de Black Sabbath en su época post-Dio: tanto en la incertidumbre por el futuro de un grupo en descomposición y sin más referencia que T.Iommi como en el desprecio que ha sufrido históricamente, supone desde su primer intento con Gillan hasta su etapa con T.Martin a las voces todo un camino de lo más tortuoso.
Pero hasta dentro de esta época de grandes “discos malditos” se puede destacar a un álbum concebido y publicado en circunstancias especialmente extrañas: “The Eternal Idol”.

Para situarse un poco: tras un “Seventh Star” que ni siquiera iba a salir publicado bajo el nombre de Black Sabbath, el bajista Dan Spitz parece adquirir peso en la nueva e inestable formación y presenta a Iommi –aunque se dice que el que lo llevó ante el guitarrista fue la novia de Spitz- a un cantante llamado Ray Gillen.
Se le hace una prueba a escondidas de Glenn Hughes, que había cantado en el disco anterior y participaba en el tour, en el mismo autocar de la gira. Gillen termina sustituyendo a Hughes en la gira y sobre la marcha y con la sangre nueva se componen nuevos temas de los que se conservan varias demos (bajo estas líneas se puede escuchar la del tema del título, comparada con el posterior resultado definitivo), pero las cosas no funcionan internamente y Spitz es sustituido por Bob Daisley, con lo que Gillen, su recomendado, se molesta y de paso Eric Singer, el batería, se le une en el desencanto por del descalabro que por entonces era Black Sabbath.
Ellos dos se unen al margen para comenzar una nueva andadura que acabaría por llamarse Badlands y primero Gillen, que deja a Iommi, Singer y Daisley junto al teclista Geoff Nicholls grabando un disco ya casi preparado sin nadie para cantar en él, y luego Singer, abandonan definitivamente.
Para colmo, Daisley tampoco ve futuro en el asunto y huye de una banda por entonces maldita. Para salir del paso, Iommi recluta a un conocido, Tony 'The Cat' Martin, que cantaba en la banda AOR Alliance para que grabe las voces del álbum y, a fin de cuentas, este es el momento en que por fin le sonríe la fortuna: Tony Martin acaba por ser el abanderado de la tercera gran época de Black Sabbath, siendo el frontman del veterano grupo ya durante años.


The Eternal Idol (Ray Gillen)


The Eternal Idol (Tony Martin)


La alianza daría muy buenos resultados en la composición y a pesar de la falta de popularidad de esta era T.Martin ha acabado por ser reconocido como el magnífico vocalista que es, siendo muchas veces comparado en estilo con el mismísimo –y protagonista de la anterior “gran época sabbática”- Dio, pero “The Eternal Idol” había sido preparado con otros planteamientos –Martin se encontró ya un disco compuesto- y el resultado tiene ese punto de particularidad y variedad anterior a lo más asentado de los dos discos posteriores, lo que suma sin embargo un valor en “rareza” que lo coloca entre los más notables discos “de culto” y para nada resta en calidad.
Es Black Sabbath, al fin y al cabo, y esta vez con momentos para el gusto de los amantes de la época de Dio, de Ozzy y hasta de algo más allá.

miércoles, 7 de enero de 2009

2000 - Halford - Resurrection

Llegó nada más empezar, pero para muchos el gran acontecimiento de la década será la vuelta al metal –a “su” metal, y por todo lo alto- de Halford. Nos hemos vuelto a acostumbrar a verle entre cuero y tachas e incluso al frente de Judas Priest, pero hay que recordar que no siempre fue así, y que en un momento dado, “Resurrection” supuso la más grande ilusión posible para gran parte de la “parroquia” –y nunca mejor dicho- metalera de siempre.
“El disco que Halford nunca llegó a grabar con Judas Priest”, “el verdadero sucesor de Painkiller”, o hasta “¿el mejor disco de ‘Judas Priest’?” fueron comentarios habituales en el 2000, convirtiéndose el Metal God de nuevo en referencia mediática dentro de un panorama en el que sólo se le pudo comparar en importancia la noticia del disco de la vuelta de Dickinson a Iron Maiden.



Sí, el gigante ausente buena parte de los 90s, Judas Priest, ya había reencauzado su carrera sin él, pero pocos habían aceptado esa evolución (¿sustituir al “Dios”? ¿Priest sonando “actualizados”?) y el regreso de Halford a sus raíces (¿quién quiso acordarse de que en su “evolución” hasta ese punto se había ido mucho más lejos que los propios Priest?) fue algo así como la vuelta del hijo pródigo y a la vez una colleja a sus ex compañeros.
Todo se olvida pronto, y todos teníamos ganas de volver a escucharle escupir los tópicos de siempre entre riffs afilados como cuchillas. Él sabía lo que le convenía y dejó claro que había “resucitado” de nuevo el espíritu de Priest. Nada de medias tintas, “Resurrection” era premeditadamente “el disco de Judas Priest”, y consiguió con él uno de los mejores resultados posibles para un trabajo que pretenda moverse en esos parámetros del heavy metal. Efectivo, directo, potente, y sólo algún guiño más melódico y denso que apuntaría para donde de verdad le apetecía tirar y que, por otro lado, con el siguiente “Crucible” se nos enseñó como una línea interesante –si bien no tan “segura” para el público- que de momento parece haber quedado cortada.



Pero el primer paso estaba dado y las cosas empezaron a girar como todo el mundo esperaba y la mayoría deseaban: pronto se dijo que con Halford en ese camino no tenían sentido “dos versiones diferentes de Judas Priest”, que Halford quería voler a su cuna y finalmente... que estaba hecho: Judas Priest reunidos y dispuestos a hacer como si nada hubiera pasado en una década. Especulaciones sobre los intereses del evento al margen, su nueva carrera ha acabado demostrando, afortunadamente, que la cosa iba en serio y que podían volver a sentirse tan fuertes como equipo para incluso probar caminos nuevos y más complicados en todos los sentidos.

No hay duda, el pistoletazo de salida lo puso el Metal God con su resurrección, secundado con el gran trabajo en la producción de Roy Z (que también firma la composición de hasta 8 temas junto al protagonista del disco) y a los instrumentos (y también ayudando en la composición) de P.Lachman, M.Chlasciak y B.Jarzombek.
Incluso muchos dirán hoy que ese pistoletazo fue en definitiva el disparo más afortunado que se ha dado desde entonces. Para el que se quedara colgado desde “Painkiller”, para el que buscara viejas sensaciones o, en definitiva, si lo que se quiere es heavy metal, poco más se puede pedir: uno de los discos de la década.

martes, 6 de enero de 2009

2005 - Crashdïet - Rest In Sleaze

Si hubiera que hacer un repaso a lo más destacado de la década en los círculos del rock duro, un capítulo importante se lo llevaría sin duda ese revival hardrockero que hemos visto venir desde Suecia para arrollarnos recuperando los sonidos de los 80s. Y si dentro de este capítulo hubiera que escoger un disco para servir de ejemplo, a estas alturas la mayoría pondría a “Rest In Sleaze” como punta de lanza.

Lo tiene todo para representar a su generación: es un disco debut (hemos visto más debuts llamativos que, todavía, carreras consolidadas en esta generación), llega de parte de unos jóvenes suecos sin más referencias ni demasiados medios de distribución pero se hace un nombre en seguida entre el público hardrockero, y presenta una apuesta absolutamente deudora de una época pasada (y entendemos que gloriosa para amantes del género, que en el norte debió calar mucho el impacto de sus paisanos Europe o Shotgun Messiah) en lo musical –ojo, casi siempre con un extra actual en la producción que los hace más potentes- y en lo estético.

Puestos a resucitar aquel momento, para la llegada de Crashdiet no tardaron en salir las comparaciones –y son evidentes las influencias- con los primeros Mötley Crüe (los del “Too Fast For Love”), aunque también se les pudieron añadir retazos de Dangerous Toys, Guns N’ Roses, Shotgun Messiah –no en vano estos procedían del mismo país- y la potencia de unos Skid Row.
Para cualquiera que echara de menos 1989 en ese terreno, eran suficientes referencias como para correr a conseguirlo. Pero por si acaso, “Rest In Sleaze” vino presentado por un single, este “Riot In Everyone” que podemos disfrutar abajo, que ponía las cartas sobre la mesa de manera impactante.



Y la cosa no paraba ahí. "Queen Obscene / 69 Shots", “Breaking The Chainz”, “Knokk ‘Em Down”... todo un listado de trallazos repletos de convicción por un estilo de vida que se llevó a muchos por delante –lamentablemente, en más de un sentido- hace un par de décadas, y que ha quedado demostrado que todavía tiene, y más que podría tener si los medios se convencieran de la conveniencia de volver a apostar por algo que ya les dio muchos millones en su día, mucho gancho.
Demostrarlo es tan fácil como seguir escuchando lo que planteó Crashdiet:



Basta con este “Knokk ‘Em Down” para ver que es difícil encarnar mejor el gusto por aquel tiempo que con la interpretación de David Roberto Hellman (“Dave Lepard” –sobrenombre bien escocogido- para la posterioridad) y sus chicos.
Destinado a completar el mito, 2006 nos trajo la noticia del suicidio de este contagioso vocalista, afectado de una depresión, antes de que la banda llegara a acometer siquiera su segundo LP.

Sin embargo, Crashdïet ha salido adelante (aunque veremos qué suerte les depara el futuro) y la salud, a tenor de la creciente cantidad de nuevas formaciones que llegan cada año desde Suecia, de la generación que representa parece, de momento y hasta nuevo cambio de tendecias, irrompible.
Descanse en paz Dave, y que se le recuerde –qué manera mejor- convirtiendo en nuevos clásicos los temas, como este “Breaking The Chainz”, que dejó grabados a fuego.

1982 - Twisted Sister - Under The Blade

"Vestir como mujeres, hablar como hombres y tocar como hijos de puta". Aunque suene rudo y cargado de prejuicios (disculpas), pocas maneras hay mejores que el autoproclamado lema de Twisted Sister para describir el espíritu de esta banda.
Heavy rock sin artificios, desnudo de arreglos, sin exhibiciones ni pretenciosas grandilocuencias. No necesitaban más complejidades, tenían muy claro lo que querían hacer y lo hacían poniendo todos los kilos de actitud, rock duro y fiesta que cupieran en un disco.

Si hubiera que buscar comparaciones, habría que alinearlos junto a KISS –siempre citados en el caso de Twisted Sister-, Judas Priest, AC/DC, Quiet Riot y demás bandas que, de uno u otro signo, pusieron por encima el pegar directo y a la cara que el deleitarse con rodeos y matices, pero si este tipo de rock duro pudiera ser una influencia evidente, también lo pudo ser, y de antemano, la fiesta de –por citar algunos- unos Slade, no en vano habían comenzado en el boom del glam rock setentero para ir adquiriendo bagaje en el hard rock y el heavy.

Sí, la llegada de Twisted Sister no fue cosa de un día, y de hecho, para cuando “Under The Blade” salía al mercado, ya suponía todo un premio al trabajo de diez años poniendo convicción en su música.
Se habían formado ni más ni menos que en 1972 a partir de la apuesta original de J.J. French, un habitual de la escena glam de Nueva York de los primeros 70s que había compartido local con los primeros pasos de lo que luego sería KISS. Mucho trabajo después y para 1976, con el colofón de la entrada del vocalista Dee Snider, la banda ya tenía –a pesar de no tener todavía una formación estable- forma y maneras de bestia para el directo.

Los primeros singles -"I'll never grow up (now)" y "Bad boys of rock and roll", dos utilizadas luego en el LP debut- daban buena cuenta de ello, enarbolando dos himnos de los que es imposible no corear entre el público.
Para su grabación habían utilizado los mismos Electric Lady Studios que usarían en la época KISS, pero la distribución no había podido ser, ni de lejos, la misma: hasta dos años más tarde la independiente Secret no les dió la confianza, primero para un EP y, por fín en 1972, para que grabaran "Under the blade" con un Pete Way como productor que, si bien era ya estrella al bajo de los UFO, recibía con este disco su primer encargo –y bien que se notó- como productor.

Nada de arreglos y unas guitarras que en la mayoría de ocasiones pasan por ser una sola, pero ese sonido sucio y directo bastó para realzar toda una colección de riffs sencillos pero tan efectivos como memorables, base para un listado de himnos cargados de actitud y nacidos para gritar en vivo, propios de un momento en que la idea de “heavy metal” no necesitaba estar reñida con el gancho o con los medios para hacer hueco a su identidad.

Estos fueron:

1. "What You Don't Know (Sure Can Hurt You)" 4:45
Primer trallazo con una entrada histórica pensada para trasladarla a la apertura de un show: estudio y directo no eran dos cosas diferentes para estos tipos.

2. "Bad Boys (Of Rock 'n' Roll)" 3:20
El single pretérito se hace notar con una mayor dosis de rock festivo y coreable de la vieja escuela. Impagable el estribillo.

3. "Run for Your Life" 3:28
Y vamos a por el heavy metal, primero "Run For Your Life"...

4. "Sin After Sin" 3:23
Y luego un "Sin After Sin" que no sólo por el título recuerda a unos Judas Priest.

5. "Shoot 'Em Down" 3:53
Sin respiro, más temas directos...

6. "Destroyer" 4:16
...para llegar a un punto diferencial con "Destroyer", un pesadísimo medio tiempo que rememora el ambiente oscuro de aquel "God Of Thunder" de KISS.

7. "Under the Blade" 4:40
Para el tema del título, volvemos al heavy metal rocoso y afilado. Aquí lo tenemos en directo, la mejor manera de disfrutarlo:


8. "Tear It Loose" 3:08
Otro himno más breve pero efectivo. A vista de la efectividad de todos los cortes, se notó que el disco llevaba preparándose mucho tiempo, y viendo los geniales "You Can't Stop Rock N Roll" y "Stay Hungry" que lo seguirían en uno y dos años respectivamente, que los Sisterz eran una máquina de crear himnos.

9. "I'll Never Grow Up, Now!" 4:09
Y otro guiño al pasado que recuerda el sonido glam rock de los 70s. Como en "Bad Boys Of Rock N Roll", otro estribillo para recordar.

10. "Day of the Rocker" 5:03
Para el final, un nuevo medio tiempo de estribillo sencillo e hímnico repleto de convicción, de los que resuena en los estadios. ¿Qué mejor manera de cerrar?

lunes, 5 de enero de 2009

2002 - UFO - Sharks

Diez medios tiempos sólidos y densos unidos en un irrompible y homogéneo conjunto de puro hard rock. Sin más bailes de registros, sin concesión a la balada ni al arranque más afilado.
No es algo que asegure la aceptación masiva ni, sobre todo, el gancho inmediato; y tal y como se ha acabado por consolidar el acceso a la música en esta década, la inmediatez es lo único que asegura que alguien se acuerde en breve de un disco si ha podido escuchar tantos como le apetezca en el mismo día. Puede que fuera esto lo que hizo que “Sharks”, ni más ni menos que el disco que cerró la última etapa de M.Schenker con los UFO, pasara sin pena ni gloria en lo mediático.

Tal y como estaba la cosa, esto tenía que acelerar la partida definitiva del guitarrista alemán, que ya había abandonado tras la reunificación de la alineación clásica que supuso “Walk On Water”, pero finalmente había vuelto al redil para grabar el siguiente “Covenant” y, entre rumores, aguantar hasta este “Sharks”. De hecho y por esto, podría decirse que éste fue el único disco para el que hubo un tiempo de continuidad en el trabajo de los principales compositores de UFO, dado que los dos discos anteriores fueron más deudores del acontecimiento de la reunión, con toda la parafernalia que esto conlleva, resultando “Walk On Water” más que satisfactorio para estas expectativas de crítica y seguidores y “Covenant”, para muchos, más irregular quizá por pretencioso. Por una cosa –por la (mínima, pero al fin y al cabo alguna) solidez de formación que se pudo conseguir, ya no preocupada por celebrar reuniones- o por otra –por corregir el rumbo que algunos no aceptaron en “Covenant”-, “Sharks” acabó siendo el álbum más homogéneo, personal y con entidad propia en años, y si el tiempo acaba por recuperar lo que no pudo llamar la atención de principio –explicadas las razones, es evidente que es un disco que se disfruta con el tiempo y escuchas necesarios para adentrarse en su bloque cerrado- puede que (junto a “Walk On Water”) de lo mejor de UFO desde sus clásicos de los 70s.

Por lo menos, debió dejar satisfechos de sus posibilidades a Mogg, Way y compañía, cuando tras la tan inevitable como cantada salida de Schenker se apresuraron a buscar un reemplazo –y no esperar a los eternos cambios de viento del ex Scorpions- en la persona de Vinnie Moore y seguir un trabajo continuado en estudio que, por fin de una manera estable, sigue produciendo material regularmente. No es de extrañar teniendo en cuenta que, por ejemplo P. Mogg, había conseguido grabar en “Sharks” el que puede ser uno de sus trabajos más espectaculares a las voces, luciendo lo más aguerrido y profundo de su voz rockera.

Para colmo, en medio de la pared sónica del disco quedaron algunos cortes que marcan la diferencia con un toque de aquella magia que impregnó décadas atrás los mejores momentos de UFO: “Serenity” (un mastodonte con gusto a viejo clásico del hard rock de los 70s) o “Fighting Man” (uno de los cortes más dinámicos e inmediatos) siguen esperando su turno para que la justicia los coloque al lado de los imprescindibles de su repertorio.
Mientras esto siga así, quizá haya que considerar a “Sharks” uno de esos discos malditos a ir reivindicando. Llegados al punto de repasar lo mejor de la década, puede que un futuro clásico.

domingo, 4 de enero de 2009

2005 - T.Iommi With G.Hughes- Fused

Toda una vida dedicado por completo a Black Sabbath hasta que empezó la década, y eso es todo un récord de longevidad hablando de un veterano como T.Iommi.
Sí, lo cierto es que el que es probablemente uno de los guitarristas más influyentes de la historia del rock duro (y del rock en general) ya había intentado publicar bajo su propio nombre cuando su banda estuvo casi deshecha, pero siempre acabó aceptando su trabajo como un sinónimo de ella.

Que Ozzy se quedara con los derechos del viejo nombre y con su vuelta (la de la formación original) aparcara -por lo menos en el estudio- la actividad del grupo, pudo ser el detonante que necesitaba Tony para seguir explorando su propio camino.
El caso es que ya, y por fin, en 2000 T.Iommi probaba suerte como simplemente “IOMMI” en un disco de colaboraciones con notables estrellas de las escena rock, y poco tiempo después se decidía –algo tuvo que decirle que era “su momento”- a recuperar el viejo material que en 1996 había grabado con Glenn Hughes y que nunca había visto la luz oficialmente.

La buena acogida de este trabajo fue el germen de, ahora sí, un álbum preparado a conciencia y desde el principio para la ocasión: Tony Iommi y Glenn Hughes presentaron una de las obras más destacadas de estos años, “Fused”. Como mínimo, el disco recuperó las esperanzas de los que daban por perdida la posibilidad de volver a escuchar más discos “grandes” de “Black Sabbath” (entendamos, de su característico sonido guitarrero) y establecía otra cima en la carrera de estos dos grandes veteranos del rock. Si algo pudo quedar de esto como poco positivo fue el que no se llegara a confirmar una intención de que el proyecto viviera a más largo plazo. Eso sí, con Iommi lanzado, no hemos tenido que esperar mucho para ver como –algunos directos con los Black Sabbath de Ozzy mediante- comenzaba otra nueva esperanza llamada Heaven And Hell.

Pero más allá de lo atractivo del posterior camino con Dio y compañía, “Fused” hizo méritos para requerir atención por sí solo. Grabado con T.Iommi a la guitarra, G.Hughes (y con ésta ya son muchas las veces que el guitarrista de Birminghan ha recurrido a la “Voz del Rock”) a las voces y el bajo, y el músico de sesión K. Aronoff (habitual de grabaciones con Elton John o Bob Seger) a la batería; y producido por Bob Marlette (que también añade teclados y bajo a algunos cortes) en los Monnow Valley Studios de Gales, el disco destacó enormemente por exhibir el que ya muchos consideran como el más afortunado despliegue de riffs -y trabajo de guitarra en general- que haya hecho esta estrella desde hace décadas.

El sonido claro, denso y potente que permite apreciar todo con perfecta nitidez, y el añadido que supone la espectacular voz rockera de Hughes realzaron además un álbum que dio algunos temas –“Dopamine” o la mastodóntica “I Go Insane”, destacando algunos- para la más alta lista de himnos de la década.
¿Futuro clásico? Seguro, si no lo es ya.

jueves, 1 de enero de 2009

1982 - Riot - Restless Breed

Si el nombre de Riot ya pasa por ser el de una de las formaciones más infravaloradas de la historia del metal (no hay duda de su influyente papel de pioneros en el metal clásico americano desde los últimos 70s, a veces comparado incluso con el que desempeñaron los mismísimos Judas Priest en Europa, pero sin embargo nunca han gozado de gran éxito o nombre a nivel popular), el de “Restless Breed” es además el de uno de sus trabajos más desconocidos, encuadrado en una época de transición entre los primeros y respetados discos, encabezados por la voz de Guy Speranza, que culminaron con “Fire Down Under” –prodigio de metal afilado para la época- y el resurgimiento de ese metal más poderoso que abanderó “Thundersteel” con la entrada de Tony Moore como cantante.

En medio, “Restless Breed” –y el siguiente “Born In America”-, apostaban por un heavy rock de corte aguerrido y rockero muy deudor de los Judas Priest de “Hell Bent For Leather” (especialmente) y “British Steel”, realzando este aspecto por las voces del nuevo y poco longevo en la banda Rhett Forrester, que con su interpretación dura y rasgada se acercaba al glorioso Rob Halford de aquella época.
Quizá fuera precisamente ese carácter menos “innovador” lo que se pudo echar en falta tras unos comienzos tan prometedores, o sencillamente –y más probablemente- la explosión de nuevos grupos americanos de los primeros 80s tapó –como por el contrario no llegó a hacer la NWOBHM con los Priest- parte del cartel de sus maestros.

Pero a pesar de todo, ahí quedaron “Hard Lovin’ Man” o “Loanshark” –dos soberbios trallazos que no sólo encajarían a la perfección en el citado “Hell Bent For Leather”, sino que resultarían también allí otros dos temas estrella-, junto a un bonito conjunto de temas en el que hay espacio para el aire distinto de la versión de los Animals “When I Was Young” o el clásico tema del título, en el que se deja ver a la vez el gusto por los Black Sabbath de R.J. Dio.
Que sirva este tema entonces como recuerdo de una época que mereció más suerte, y de un vocalista que también acumuló méritos sin conseguir relevancia, al que por la locura de la violencia ya hace años perdimos para siempre.