viernes, 20 de noviembre de 2009

1993 - Helloween - Chameleon

"Pink Bubbles Go Ape" lo apuntaba y "Chameleon" se tiró de lleno a la piscina. Los Helloween estaban ya muy lejos del sonido que los hizo famosos. Que vaya por delante, pero aclaremos.
Como todos sabemos, apostar por lo que ya ha funcionado puede ser bueno para asegurar el tiro o como una demostración de convicción por lo que se hace, pero no es un criterio para medir la validez de un trabajo. Después de todo, que suene o no como los anteriores discos no significa necesariamente que el trabajo sea bueno o malo. Pero ojo: que no suene como lo que ya ha triunfado es arriesgado. En este caso, mucho.
Si era el momento adecuado o no para correr riesgos es otra cosa, pero está claro que fueron muchos los grupos que se arriesgaron de diferentes maneras en aquellos años. Y está claro que Kiske, al que normalmente se coloca como abanderado de este nuevo rumbo, pensó que valía la pena intentar abrir nuevos mercados. Y no nos engañemos, también Weikath, ya que firma tantos temas como él en el disco. Incluso Grapow. Época de cambios, desde luego. Pero vamos con el contenido.

Sin pensar en su lugar y encaje en la discografía de Hellowen, se puede decir que "Chameleon" es un bonito disco de hard rock/rock melódico, incluso pop rock a veces, que sabe mostrarse desenfadado por momentos y tremendamente serio y épico en otros. Se convierte así en un conjunto variado, "camaleónico", que llega desde la balada más accesible (por ejemplo, en la preciosa "I Don't Wanna Cry No More" o en la famosa "Windmill") hasta la épica más pesada y heavy/hardrockera ("Giants"), pasando por la influencia del rock'n roll de Big Band en la irresistiblemente "retro" y divertida "Crazy Cat", la de Queensrÿche en "Revolution Now" y la espectacular "I Believe", o por las melodías más "Helloweenianas" de "First Time".
Todo esto cohesionado por un característico gusto melódico muy apoyado en la voz de Kiske, que firma una actuación espectacular, y en una cuidada producción que incluso tira de sugerentes arreglos de cuerda y viento.



De meterse en esta amalgama sónica se culpa precisamente a Kiske y a su famosa y entonces ya emergente manía al Metal. Como se comentaba, se habla de una apuesta comercial olvidando que es un álbum mucho menos vendido que sus trabajos "más metaleros" y que, para un grupo como Helloween, esta es una apuesta mucho menos segura y comercial que la anterior. Al argumento de la "apuesta comercial" parece darle la razón que los singles fueran "When the Sinner" (uno de los temas más poperos y, posiblemente, también uno de los más flojos del disco), "I don't Wanna Cry No More" y "Windmill". Pero aunque esto fuera lo que escogió la discográfica como carta de presentación, el resto del disco no se conforma con ese camino. Explora muchos. Y en general, lo cierto es que es un disco muy disfrutable... aunque de otra manera o para otro público. Quizá para el público que encumbró en la época el cambio que empezaban con "Empire" los Queensryche, del que posiblemente "Chameleon" se vea influenciado.

Quizá resulte excesivo en la duración para ser un trabajo de este tipo, posiblemente ganaría en frescura con algún "recorte" en el track list o en la duración de algunos temas, pero tampoco ha sido este el argumento habitual para rechazarlo. Y lo que sí que hay que reconocerle al grupo es que, en estilos diferentes, al menos siempre ha sonado de manera muy personal. A los "Helloween heavys" se les suele reconocer esa personalidad y originalidad para encumbrarlos como creadores de todo un género, pero la misma voluntad de hacer algo diferente se les critica en este caso. Cosa de gustos, claro.

Es más objetiva otra de las grandes virtudes del disco, como ya se mencionaba: la voz.
Será porque se sintió más cómodo en estos registros, porque la producción le prestaba más atención o porque ya iba madurando, pero el Kiske de este álbum parece, en mi opinión, "más cantante" que en sus primeros discos, a pesar de las más espectaculares exhibiciones de voz de aquellos o por muy buenos que sean en el cómputo global.

En definitva, a pesar de dejar temas muy interesantes "Chameleon" no funcionó. Ni entre la crítica ni entre el público. La cosa acabó explotando y todos sabemos qué ha pasado tanto con el grupo como con Kiske, que acabaría aquí su viaje con las calabazas. Por lo visto, Weikath pensó que lo mejor era hacer resonsable al vocalista.
También terminó aquí su etapa en el grupo Ingo Schwichtenberg, aunque en su caso la salida tuvo el desenlace trágico que conocemos.

A la historia le vale todo eso para enterrar a "Chameleon" en el olvido. Pero a quien disfrute del Kiske de Place Vendome, por ejemplo, a lo mejor le conviene desenterrarlo.

martes, 10 de noviembre de 2009

1978 - Bob Seger - Stranger In Town

Empezar diciendo que ha sido 6 veces platino en los USA y 4 en Canadá podría ser una buena manera de llamar la atención sobre este clásico. Pero para ser justos, "Stranger In Town" no debería necesitar más presentación que el simple nombre de su autor: Bob Seger. Ese tipo que ha vendido más de 50 millones de copias de su música, que ha triunfado con hasta 7 discos multiplatino, ha sido reconocido como influencia por notorias bandas contemporáneas y posteriores, versionado por gente como Thin Lizzy o Metallica, que cuenta en su repertorio con algunas de las más recordadas piezas de la música popular y que lleva 40 años en el mundo del rock. No debería. Pero como el tiempo parece pasar demasiado deprisa como para poder recordar ciertos nombres, empecemos por recordarlo -al Sr. Seger y a éste "Stranger In Town"- con un single de difícil olvido.



Hecho el ejercicio de memoria con uno de los clips más famosos que se hayan grabado, pongámonos en situación. En 1978, Bob Seger se encontraba en pleno ascenso popular gracias al éxito reciente de su álbum "Night Moves", que por primera vez en una carrera que se remontaba hasta 1966 había dado todo un Top 10 en las listas de discos y varios singles de éxito. Con esto, la apuesta por la Silver Bullet Band que había montado a mediados de los 70's para que lo acompañara de manera estable había quedado más que consolidada y el siguiente paso sólo podía ir hacia el mayor empaque de un grupo rockero que llenara el hueco de las grandes bandas de principios de década.
Así las cosas, y aún manteniendo por un lado sus influencias en el rock'n roll más primigenio de Little Richard, Elvis Presley o Van Morrison y por otro el gusto por la canción más comprometida y baladera de su faceta de cantautor, "Stranger In Town" preparaba un asalto al rock pesado y el "up tempo" que acabaría de dar el punto extra de variedad que necesitaba su discografía.

En este sentido, la sucesión de singles que presentó al álbum es todo un ejemplo: "Still The Same" ahondaba primero en el medio tiempo melódico que lo había caracterizado popularmente y daba continuidad al éxito alcanzado con "Night Moves" con un sensacional número 4 en las listas, "Hollywood Nights" sorprendía siendo un segundo sencillo acelerado y de peso rockero, "We've Got Tonight" pasaba a la balada como tercer single, y por último "Old Times Rock'n Roll" machacaba a ritmo de himno para estirar el éxito hasta el punto de relanzarse todavía en 1983 con su aparición en aquella "Risky Business" que protagonizaba Tom Cruise y que dejó el celebre gag del baile en ropa interior que hemos visto.

Toda una lección de buen hacer que sólo se hace posible con un track list tan variado y sugerente como el que tuvo, escrito por completo por Bob Seger excepto en los casos mencionados:

1. "Hollywood Nights" – 4:59
2. "Still the Same" – 3:18
3. "Old Time Rock and Roll" (George Jackson, Thomas Jones, Bob Seger)– 3:14
4. "Till It Shines" – 3:50
5. "Feel Like a Number" – 3:42
6. "Ain't Got No Money" (Frankie Miller) – 4:11
7. "We've Got Tonight" – 4:38
8. "Brave Strangers" – 6:20
9. "The Famous Final Scene" – 5:09


Directos y veloces puñetazos rockeros como el citado de la apertura o el casi heavy "Feel Like A Number", medios tiempos de tan altos vuelos melódicos como esa preciosa "Till It Shines" que nos recuerda que Thin Lizzy tuvieron en Seger un buen maestro en el que fijarse, y baladas de enorme grandilocuencia, todo en sólo 9 temas y un conjunto lo suficientemente breve (otra lección que nos deja) para dejarnos con ganas de más.

No hacen falta mayores adornos si se domina esto de la música (en todos sus aspectos, incluyendo el comercial) de la manera en que queda demostrado, así que sólo queda recalcar lo dicho. Sencillamente magistral.

lunes, 9 de noviembre de 2009

2009 - Halford - Halford III: Winter Songs

Que empezara como la exaltada reinvindicación de cuero, tachas y heavy metal que fue "Resurrection" frente a los que lo daban por perdido para el género y frente a su propia banda madre, y que a estas alturas sirva para publicar, después de tanto tiempo, un disco navideño es algo que tendrá a muchos de sus seguidores decepcionados.

De entre estos, hay quienes piensan que esas premisas (y por extensión el proyecto que lleva el ilustre apellido del Dios del Metal) ya no tienen demasiado sentido con Halford vuelto a integrar dentro de Judas Priest, así que con aquello de "fue bonito mientras duró" ya daban desde hace tiempo a Halford (como banda) por acabado.
Otros, sin embargo, pensábamos que con su vuelta a Judas Priest, este otro proyecto podría servir para dar rienda suelta a esos otros caminos creativos del veterano vocalista que parecían asomar en su segundo "Crucible", y que a pesar de estar centrado en los Priest (claro, como todos queríamos) podría regalarnos (aunque fuera muy de vez en cuando) otra muy apreciable versión de Rob.

Así que cuando saltó la noticia de que el tercer disco de Halford, ése que llevaba tanto tiempo anunciado y retrasado y del que se decía estaba casi totalmente acabado, sería un disco con versiones navideñas la cosa no sentó nada bien.

Como en principio se dijo que tendría algunos temas con esta temática añadidos a otros "más propios", pensamos que daba a "su otra banda" por perdida y que se quitaba de encima de una vez por todas aquel tercer disco completando un trabajo que había quedado a medias con esta excusa (algo preocupante por sus implicaciones de cara a un futuro que parecería zanjado pero que nos prometía por lo menos una parte del disco con las canciones nuevas que esperábamos) o bien que se había visto forzado a rellenar de alguna manera por cumplir acuerdos con disqueras que lo llevaran a publicar este mismo año (algo que quizá dejaría un futuro más abierto pero que igualmente demostraría el ya poco interés acumulado en el proyecto).

La sorpresa ha venido cuando nos hemos encontrado que "Halford III: Winter Songs" es un disco "completamente navideño". ¿Quiere eso decir que los temas que presumiblemente tenía preparados se siguen guardando para un futuro álbum "serio" y que no ha querido desmerecer un nuevo producto mezclando intenciones? ¿O que realmente tenía muy poco preparado? Sea como sea (el tiempo dirá si sigue apostando por la marca Halford ocasionalmente o no) por un lado se abre una puerta al optimismo y por otro nos deja poco para saborear en el presente.

Porque "Winter Songs" no "sólo" es un disco navideño, sino que parece también poco esforzado (o hecho en demasiado poco tiempo) incluso en aspectos como la producción. Aún así, no se le puede negar eso, no deja de ser una curiosidad que cualquier seguidor de Halford o Priest querrá escuchar y, es más, resulta entretenida a la escucha. Y dado que un disco con estos planteamientos no parece tener más pretensiones que el entretenimiento se puede decir que "Winter Songs" cumple su cometido dejando, incluso, algunos temas que podrían llegar a tener mayor relevancia con otros objetivos (y quizás otro tratamiento) como la divertida "I Don't Care If It's Christmas Night", la atmosférica y lograda "Light Of The World", la balada que da nombre al disco o la potente "Get Into The Spirit". Dando por hecho que no se puede juzgar a un disco de este tipo de una manera más exigente, es hasta más de lo que se podría esperar.
Eso sí, esperemos que haya mucho más que juzgar, ahora sí de otra manera, para el futuro.

martes, 3 de noviembre de 2009

2009 - WASP - Babylon

Simplemente heavy metal. Del de siempre, del bueno, del que nos enganchaba, del que todavía, a muchos, nos engancha. WASP han aprendido con el tiempo (y quizás con el revés de "The Neon God") que para conseguirlo, cosa nada fácil, no hacen falta artificios, ni trabajos complejos o extensos. Sí, "Dominator" devolvió la clave: hace falta actitud, energía, y mucho talento para condensarlas en sólo algunos cortes. Y si un movimiento hacia lo (todavía más) clásico como aquel último trabajo funcionó de maravilla con crítica y público, su nuevo disco no podía ser de otra manera.

¿Original? Para nada. Un trabajo todavía más, si cabe, en los WASP más reconocibles, en lo que mejor saben hacer, apoyándose desde "Dominator" en todo un "The Headless Children" o un "The Crimson Idol" para darle todavía más dinamismo o, si lo preferimos, un disco en la definición más clara de su género.
¿De mucho trabajo? Claramente no. Siete temas directos y dos versiones (que llevan tanto a su terreno que parecen compuestas para WASP y encajan a la perfección en el disco) para sumar pocos minutos, como su anterior álbum.
Pero ¿recomendable? Rotundamente sí. Convertir estas premisas en grandes cualidades no está al alcance de cualquiera, y WASP -como algunas otras bandas veteranas (pensemos, por ejemplo, en Motörhead) que se están especializando en regalarnos discos regularmente para, sin inventar nada nuevo, sacar a relucir una y otra vez sus mayores virtudes de siempre- lo han conseguido de nuevo, esta vez, quemando Babilonia.



Debe haber muchas formas para llegar a lo más alto, y quizás WASP han tomado la (aparentemente) más sencilla. Pero el resultado es divertido, contundente, intenso, emotivo y contagioso, así que quien alguna vez se haya emocionado con el sonido del heavy metal de siempre tiene en "Babylon" apuesta segura.