miércoles, 27 de enero de 2010

2010 - Overkill - Ironbound

Que sí. Que este disco no aporta nada nuevo ni a la escena ni a la ya extensa carrera de Overkill, y que incluso es un paso atrás en su progresión respecto a esos últimos trabajos más creativos y ambiciosos. Pero es que dando ese paso atrás se han ido a tropezar con el gancho que tanta falta le hace (a Overkill y al thrash en general) si quiere volver a asomar la cabeza entre las preferencias del rockero/metalero medio.

¿Qué cómo lo han conseguido? Pues con una fórmula tan sencilla que a estas alturas y en ese mundillo del metal más duro actual, tan "experimental", debe ser de lo más complicado de encontrar: Mirando cómo se las gastaban los que empezaron este asunto. Y punto. Para sacar la rabia, la energía y aquella macarrería contagiosa y desenfrenada no hace falta más, porque el resto lo debe hacer el recuerdo de aquella música que nos llevó por este camino y que, para el caso de Overkill y a tenor de lo que se oye en "Ironbound", deben ser cosas como los primeros Metallica y los Accept más afilados de los primeros 80's.

Dicho de otra manera, "Ironbound" suena a algo entre "Kill'em All" y "Breaker" (grabado con los medios actuales, claro) y eso, es fácil pensar, le debe ser bastante al oyente de hoy como para no acercarse si anda buscando grandes complejidades o una especial belleza de sonido, y como para correr a echarse encima si lo que quiere es sacudir la cabeza con una sonrisa en la boca.

Claro, teniendo en cuenta que el público de Overkill es en su mayoría el de los viejos gigantes del thrash y el heavy más poderoso e imaginando sus preferencias, parece que han acertado al escoger rumbo.

martes, 26 de enero de 2010

2000 - Jorn - Starfire

Habitualmente despreciado por la gran cantidad de versiones de las que se nutre, si no ovildado por ser anterior al estallido popular (con su estreno en Masterplan) de la figura de Jorn Lande -sin duda una de las más notorias de la década que termina, "Starfire" no es sólo un interesante repaso a las influencias clave de un músico hoy tan reputado, sino que, gracias a la personalidad que derrocha y que unifica ese tan variado conjunto (a base de hacer tan suyas las versiones como los temas propios), es también perfectamente valorable como álbum de estudio.

Después de todo, y aunque hoy día -por el bagaje de versiones "como relleno" y "bonus" que hemos tenido los últimos años- haya caído esta práctica en el desprestigio, algunos de los discos y los temas más celebrados de la historia del
rock son (o se apoyan en) versiones de temas anteriores y hay una extensa e ilustre tradición rockera en esta disciplina.

Y es que si, por ejemplo, el "Cum'on Feel The Noise" de Slade coronó a Quiet Riot, "Diamonds and Rust" o "Green Manalishi" dieron lustre a los Judas Priest de los 70s, el jazzero "Time Is On My Side" fue uno de los primeros éxitos de los Rolling Stones e incluso los Beatles hicieron fortuna con el "Twist And Shout" de los Top Notes, además de incluir otras numerosas versiones en sus primeros trabajos, por qué no iba el primer disco en solitario de Jorn a recordarnos el tirón de estos viejos temas?

Si algo demuestra, desde luego, es buen gusto: Journey, Foreigner, City Boy, Deep Purple o Jefferson Starship tienen representación aquí, junto a otra mitad "propia" que para nada desmerece, y como si de otros viejos cortes se tratara, sigue ahondando en ese espíritu setentero del hard rock melódico, tendiendo la mano hacia
un lado al rock progresivo y hacia otro al heavy metal. Tan variado y metido en época, que como conjunto parece más deudor de Queen o de Styx que de las referencias mencionadas.

Qué más queremos, si hasta el que puede ser el tema más destacado es esta joya (que aquí sigue) de autoría propia que respira la trágica grandiosidad de aquellos mágicos estribillos de Rainbow o Dio.



En resumen, un futuro clásico de la década si consideramos la importancia de ser uno de los primeros pasos del que puede ser el vocalista más emblemático de estos diez años, y un gran entretenimiento en cualquier caso.

miércoles, 20 de enero de 2010

1990 - Laos - We Want It

Lo tenían todo para ganar y apenas se alejaron de la salida. Si no, ¿es que alguien más no se acordaría de Laos?
No es muy arriesagado apostar a que, publicado hoy y con una merecida distribución, no tardaría en ser considerado como toda una joya por muchos de los nuevos hardrockeros que disfrutan con ese revival que ha redescubierto (aunque sea a una parte menor del público, comparado con antaño) el rock duro de más gancho como un valor de enorme potencial comercial.



De hecho, no parece (y se puede empezar a juzgar con el single homónimo aquí presente) que pueda envidiar en nada a muchas de esas nuevas "sensaciones", sino que, puestos a apostar por el gancho y el extraordinario divertimento del hard rock melódico/AOR de los 80's/primeros 90's más que por la creatividad o el virtuosismo, parece incluso más exuberante en sus cualidades.

Más llamativo, más hecho para reventar en las radios, para forrar carpetas y animar fiestas. En todo. Rubia al frente con portentosa (y aguerrida) voz y atractiva imagen (cómo no, pues entonces era norma), temas breves, directos y de estribillos coreables, baladones, un productor que había trabajado con Def Leppard, Bon Jovi y Scorpions, y hasta, ahora, el recuerdo de alguien que los había presentado como algo parecido a "si Doro hubiera cantado en Bon Jovi".



Y aún así, no tuvieron suerte. O no estaban en el lugar adecuado. O lo que sea que hiciera entonces que sólo algunos de tantos llegaran a la cima. Además, tan diferente era el panorama de esos primeros 90s que cualquier cosa pudo fallar, pasando desapercibido en su momento y olvidándose definitivamente en poco tiempo.

Unos años antes, si es que hubiera sido posible, puede que se hubieran convertido en ídolos, hoy podrían hacerse un gran nombre entre el público nostálgico y el "neo-retro", pero entonces puede que cuando dieron el paso el suelo fuera demasiado inestable, y que lo último que se valorara -al contrario que ahora, con esas mencionadas "sensaciones"- fuera que se clavaran los clichés de ese hard rock que llevaba tiempo copando el mercado y que seguramente lo había saturado. Puede que se buscara algo nuevo, y se consiguió, y puede que ahora toque, gastados otros tantos ciclos, volver a escuchar cosas como Laos. Que, deseándoles suerte a los nuevos, quizá algunos "viejos" merezcan una revisión.

lunes, 11 de enero de 2010

2009 - Wolfmother - Cosmic Egg

Puede que por esa afición -tan extendida desde hace años- a endiosar a grupos nuevos que parecen "tener algo" (ya sea verdadero talento, imagen o "contactos") nos estemos perdiendo carreras interesantes, y por correr a encontrar a los ya demasiado tiempo esperados sustitutos de los grandes dinosaurios del rock las promesas aceleradamente "glorificados" se quedan en un debut, una fortuna pasajera... o en nada. O puede que sea porque cada vez estamos menos preparados para la constancia y el trabajo, y el primer éxito nos vale ya como meta.

Pero no es difícil a estas alturas encontrar, si conseguimos rescatarlas del olvido, a formaciones que los medios corrieron a proclamar como los nuevos paladines del género y en pocos años desaparecieron por completo de los primeros planos.
Es por eso que, aunque con un tiempo prudencial desde su lanzamiento ya se pueda decir que no tendrá ni de lejos la repercusión de su primer álbum, que Wolfmother (o lo que queda de ellos tras las inevitables peleas internas consecuencia de todo lo comentado -traducido en dinero y fama-) hayan conseguido seguir adelante publicando, por fin, su segundo disco debe ser considerado una muy buena noticia.

Cambios, además del descenso de la popularidad y los que han tenido en su formación, los hay. De parecer unos discípulos de los primeros Black Sabbath adornados con todo tipo de sonidos de los más añejos 70s (Led Zeppelin, Deep Purple...), han pasado a presentar su música como una amalgama de sonidos de esa época pero sin un patrón o una influencia sobresaliente entre las demás, en un conjunto globalmente más radiable y heterogéneo. Hay Black Sabbath, hay Zeppelin, sí, pero podemos reconocerlos en momentos concretos, asomando en un riff o en una melodía, como podemos ver también, por ejemplo, a unos Blue Öyster Cult tanto o más que aquellos, quizá por esa misma heterogeneidad que sigue siendo tan suya y aunque parezca que nadie quiera señalarlo. Pero ninguno de ellos puede hacerse responsable claro de este guión.

Puede que buscando un nuevo camino, puede que queriendo asentarse precisamente en estos estandarizados 70s de nuestros tiempos, esto es lo que han escogido Wolfmother para volver a escena jugándose todo lo que se jugaban y todo lo que se juegan los nuevos "aspirantes a dioses" de hoy en el casi siempre fatídico segundo álbum.

Musicalmente, no han salido mal parados si aceptamos que muchos cortes, en diferentes registros, tienen empaque e incluso gancho de sobras. ¿No funciona tanto "como disco" como el primero? Puede ser, pero yo apostaría que ese no va a ser el problema que los lleve, si los lleva, al olvido.
A lo mejor es cosa del público, y de que ya no queremos ni esperar a consolidar un nuevo dios, que eso nos quitaría tiempo para poder buscar otro nuevo.