jueves, 14 de febrero de 2013

1988 - Pantera - Power Metal

Hay muchos discos de bandas conocidas que son repudiados por la misma crítica que ensalza sus otros trabajos; hay discos que son incluso rechazados por los fans más acérrimos de esos famosos grupos, y por último hay discos que son apartados hasta por sus autores. En el caso que nos ocupa, esta última premisa (algo así como el colmo de la “maldición” para un álbum) se cumple hasta el punto de eliminarlos de la discografía oficial que aparece en su página oficial y de no utilizar nunca más un tema suyo en un directo.

Pantera son conocidos (súper-conocidos) por haber sido uno de los más grandes grupos de metal de los 90s, por su sonido rudo, innovador y poderoso, y por todas esas cosas que ahora no nos interesan... porque son posteriores a la época de la que hablo.
Antes de todo eso, Pantera habían sido un poco popular grupo de hard/heavy rock, como tantos, empapado del sonido de los 80s.
He conocido fans del grupo que incluso pensaban que “Cowboys from Hell” (1990) era su primer disco, y a otros que –conociendo su pasado- sencillamente lo dejaban de lado achacándolo a unos perdonables pecados “de juventud”. En algunos casos, sin molestarse en escuchar esta época y dando por buenas las habladurías sobre “la bochornosa era glam” del grupo.




Y bien, no es que vaya a reivindicar los tres primeros discos de Pantera como trabajos destacables dentro de su estilo, pero sí merece la pena romper una lanza a favor del cuarto, de nombre “Power Metal”. Básicamente, porque a pesar de no tener esa personalidad innovadora que los hizo famosos, es un soberbio discazo. En otro estilo (en clara evolución), pero un discazo.

Con “Power Metal” había empezado el cambio para Pantera. A falta de éxito dentro del hard rock mediático, el grupo quería acercarse a la escena “power” y thrash americana que a finales de los 80s estaba llamando tanto la atención (y que entonces quizá podría ir dentro del mismo cajón, aunque ahora ya tengamos tan definidas las etiquetas), y en busca de la actualización de su sonido había reemplazado al vocalista de los tres primeros discos por un tipo, Phil Anselmo, que tenía cuchillas en la garganta.
Estaba lejos del estilo grave y “redneck” que todo el mundo le conoce, pero por esos años ya demostraba enormes cualidades cantando de una manera muy cercana al Halford más agudo y chillón.



Su gran actuación, una producción más pesada y las intenciones de ir en una dirección más potente (quizás sin tener muy claro el destino, en vista de la variedad en los temas) hicieron que el salto fuera considerable respecto a sus trabajos anteriores.
En “Power Metal” hay heavy metal tradicional a lo Judas Priest o Riot, quedan retazos de un hard/heavy rock más comercial (en el buen sentido) que con el nuevo sonido puede compararse a unos Keel (cuyo guitarrista incluso les cedió una canción) e incluso hay thrash en una senda cercana a los Antrax de la época. Y a pesar de la amalgama suena coherente y ofrece disfrute en todas sus vertientes, desde la radiable “We'll Meet Again” hasta la irresistiblemente veloz “Power Metal”, o desde el carácter tradicionalmente heavy del arranque con “Rock The World” hasta la “trashera” parte final del álbum.




Por lo que pasó luego podemos entender que con su siguiente disco realmente encontraron el estilo que querían, y que lo de “Power Metal” (y lo anterior) fue “sólo” el camino de búsqueda.  Posiblemente, además, un camino ovidado.
Porque si muchos de los que disfrutan de su etapa más “dura” no aprecian tanto esta otra, y muchos de los que apreciarían este heavy metal más clásico no se acercan por asociar el nombre del grupo a un estilo diferente, ¿qué queda para “Power Metal”?
Pue eso. Desaparecer de su repertorio, de su discografía oficial... y ser reivindicado de vez en cuanto en situaciones como ésta.